¿“Halloween”?, mejor “Todos los Santos”
“Halloween”
(contracción de All Hallows' Eve, 'Víspera de Todos los Santos'),
también conocido como Noche de Brujas
o Noche de Difuntos, es una fiesta
de origen celta que se celebra principalmente en los Estados Unidos, Canadá,
Irlanda, el Reino Unido y en países no anglosajones como México y Colombia en
la noche del 31 de octubre. En una época en la que predominaban las
festividades «paganas», los Papas Gregorio III (731–741)
y Gregorio IV (827–844) intentaron suplantarla por la
festividad de “Todos los Santos” que fue trasladada del
13 de mayo al 1 de noviembre.
De esta manera, la Iglesia ha querido dar sentido a una
festividad llena de superstición y muy propiciadora de todo tipo de abusos. Ella
como Madre y Maestra nos propone en este día de fiesta honrar y venerar la
memoria de todos aquellos que han alcanzado a lo largo de los siglos la
plenitud de nuestro ser, de nuestra vocación de hijos de Dios. En efecto, los
santos son aquellas personas, ante todo, sencillas y humildes que, habiendo descubierto
en su vida el Amor del Señor, comprendieron desde el corazón que ya no podían
vivir sin Él. A partir de ahí, el camino de la vida les resultó plenamente
claro. En uno de ellos, en San Agustín, encontramos expresada esta experiencia
de modo magistral: “Señor mío, conocerte es amarte, amarte es seguirte (…)”
(San Agustín, “Las Confesiones”).
Pongamos, pues, nuestra mirada en aquellos que son prueba
de que Dios no defrauda, de que cumple su promesa de conducir a los hombres
hasta un destino glorioso junto a Él por la eternidad. Ni brujas ni fantasmas
ni supersticiones infantiles; como dice San Juan en su primera carta: “En el
amor no hay lugar para el temor; antes bien, el amor pleno expulsa el temor,
porque el temor entraña castigo; quien teme no ha alcanzado la plenitud en el
amor. Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1Jn 4, 18-19).
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